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CAMPAÑAS - CONTRA EL GASTO
MILITAR Y EL SALVAJE ARMAMENTO |
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BUSH Y LA INDUSTRIA
DE ARMAMENTOS CHARLES ANDRÉ UDRY
Inprecor
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(En formato rtf)
"Al menos 32 importantes responsables de la administración
(Bush) son o bien antiguos miembros de consejos de dministración,
o bien consultantes, una especie de accionistas importantes
de sociedades que proporcionan armamento, y 17 de esos responsables
(nombrados por el círculo presidencial) tienen lazos con suministradores
decisivos del sistema de defensa por misiles: Lockheed Martin,
Raytheon, Boeing y Northrop Grumman". Esto es lo que se podía
leer en el Washington Post (1) del 18 de agosto de 2002.
Esta situación hacía decir a W.H. Hartung,
especialista en cuestiones de armamento: "En definitiva, la
industria del armamento nuclear no tiene necesidad de grupos
de presión en la administración Bush -en un alto grado, ellos
son la administración Bush" (2).
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NOTAS
(1) Washington
Post del 18 de agosto de 2002.
(2) The Nation,
13 junio 2002.
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Esta constatación debe ser apreciada
a la luz de la doctrina militar de la administración republicana
sobre el armamento nuclear y sobre su posible uso. En marzo
2002, fue expuesta, en sus grandes rasgos, por William M.
Arkin, quien explicaba que, por un lado, esta política implicaba
"planes integrados y sensiblemente amplificados para la conducción
de guerras
nucleares" y que "iba en el sentido contrario a una doctrina (...)
que hubiera relegado las armas nucleares a la categoría de
armamento de último recurso" (3).
Desde entonces, un gran numero de estudios y de artículos
premiten desprender los tres elementos que llevan a los editorialistas
americanos a subrayar que , hoy, "las armas nucleares no son
solo un elemento más del arsenal" (4).
En primer lugar, el Pentángono tiene la misión de poner a punto
planes que implican el uso de armamento nuclear contra enemigos
potenciales que dispongan o no de tales armas. En segundo
lugar, el umbral que autorice el uso de armas nucleares debe
ser rebajado: la supervivencia de los Estados Unidos ya no
es el criterio. Las "represalias" contra la utilización de
armas químicas o biológicas en una parte del mundo, un conflicto
sobre el estatus de Taiwan o simplemente "desarrollos militares
inesperados" justificarían el uso de armas nucleares. En tercer
lugar, hay que desarrollar armas nucleares miniaturizadas
a fin de atacar bunkers que resistirían a las llamadas armas
convencionales.
Estos destinos "civilizados" del armamento nuclear
se inscriben en una nueva estrategia de despliegue del armamento
nuclear. La llamada "nueva tríada" incluye: 1º un istema de
ataque (con armas nucleares y no nucleares); 2º un sitema
de defensa antimisil (escudo); 3º una renovación de las infraestructuras
con ese fin. Vista esta evolución, son legítimas dos preguntas:
¿a qué empresas beneficiarán los nuevos pedidos de armamento?
¿Quiénes son los representantes del lobby militar que planifican
compras y gastos gigantescos?. En 21 meses, la administración Bush
ha reclamado ya más de 150 millardos de dólares de nuevos
gastos en armamento, mientras que los gastos en seguridad
interna se han duplicado: pasando de 18 a 38 millardos de
dólares.
A la primera pregunta -¿los beneficiarios?- la respuesta
es relativamente sencilla. La concentración en la industria
armamentística se ha operado a un ritmo sostenido. Se encuentra
pues entre los principales beneficiarios de las rentas presupuestarias
un número restringido de sociedades: Lockheed Martin (constructora
del F-16, del F-22 Raptor, del AC-130 y del futuro Joint Strike
Fighter/F-35), General Dynamics (tecnologías de dirección para
diversos tipos de armas), Boeing y su división McDonnell Douglas
(transportadores y bombas "inteligentes": los Joint Direct Attack
Munition), Taytheon (los misiles Tomahawk, Tow, Maverick, Javelin
y las bombas anti-bunker GBU-28...), Northrop Grumman (el
bombardeo B-2, el F-14, el Global Hawk, avión sin piloto...),
TRW (Thompson-Ramo-Wooldrige, especializada en los sistemas
de comunicación), Bechtel (constructor de bases de todo tipo
tanto en Nevada como en Arabia saudí o en Qatar).
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(3) Los Angeles
Times, 10 marzo de 2002.
(4) New York
Times, 10 marzo 2002.
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A esto hay que añadir
un gran número de laboratorios (Los Alamos, Livermore...) y
de universidades. Aquí vemos con qué subvencionar, sin "distorsionar
la libre competencia", sectores enteros de la industria americana,
con gran perjuicio para los competidores europeos. La supremacía
tecnológica es un factor importante de la estrategia imperialista
y el poderío militar permite imponer contratos de venta de sistemas
de armamento americanos, desde Corea del Sur hasta Australia
(5).
Las firmas estrella del lobby militar en la administración
Bush rivalizan con las del sector petrolero. Dick Cheney,
el vicepresidente, era miembro de la dirección de un organismo
muy influyente en en el terreno del armamento: el Center for
Security Policy. Su mujer, Lynne Cheney, formaba parte del
consejo de administración de Lockheed Martin y recibía 20.000
dólares por cuatro reuniones anuales. Donald Rumsfeld, secretario
de Defensa, ha estado asociado durante muchos años al Center
for Security Police y miembro de dos comisiones encargadas
del estudio del escudo antimisiles y la militarización del
espacio. Stephen Hadley, miembro actual del Consejo nacional
de seguridad, trabajaba para la firma de abogados que representan
a Lockheed Martin. Pete Aldrige, subsecretario de Defensa,
encargado de las compras, viene de la McDonnel Douglas Electronics
Systems (Director General de 1988 a 1992), luego de Aerospace
Corporation, que está en la posición 33 entre los suministradores
del Pentágono. Robert Joseph, asistente especial del presidente
Bush, estaba ya presente en la administración de Bush padre
y de Reagan y disponía de una gran influencia en la National
Defense University que mantiene lazos estrechos con la industria
de armamento. Paul Wolfowitz, subsecretario de estado para Defensa,
ha sido embajador americano en Indonesia de 1986 a 1989 (bajo la
dictadura de Suharto), luego subsecretario de defensa al lado de
Dick
Cheney con Bush padre. También ha servido de consultor
para Northrop Grumman. Stephen Cambone, uno de los hombres
de Rumsfeld para traducir las opciones militares en capítulos
presupuestarios (es director de la oficina de programación),
fue uno de los directores de investigación en la National
Defensa University. Richard Perle, presidente del Defense Policy
Board, organismo de enlace entre la administración presidencial
y el Pentágono, es conocido por su ardor a favor de una intervención
militar en Irak. Sirvió a Reagan y sigue enseñando en el Instituto
de empresas americanas: American Enterprise Institute. Peter
B. Teets, subsecretario responsable de las fuerzas aéreas,
era presidente de Lockheed Martin de 1997 a 1999. Comenzó
su carrera en Martin Marietta (firma de Denver que se fusionó con
Lockheed en 1995). Gordon England, secretario de las fuerzas
navales, fue vicepresidente de General Dynamics de 1997 a
2001.
Noviembre de 2002
*Charles André Udry es miembro de la dirección del mensual
A l´Encontre,
publicado en Suiza por el Movimiento para el Socialismo.
Este artículo
apareció en el n.9, de 2002 (http://www.alencontre.org).
26 septiembre 2002.
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(5) Ver "Gripes
over U.S.Grip on Arms Trade", Far Eastern Economic Review, yg
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