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CAIN nº 3,2,1 Dic.'97 / May.'98
«Nadie debe obedecer a los que
no tienen derecho a mandar»
Cicerón
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INDICE
Adiós a las minas
Adiós a las minas (2ª
parte)
Seguimos desobedeciendo
ante el anunciado indulto parcial del Gobierno a los insumisos condenados
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ADIÓS A
LAS MINAS
Tratado de Ottawa
Roger Torres
Cerca de 125 países han dicho adiós
a las minas antipersonales al firmar la Convención de Ottawa que
prohibe el uso, el almacenamiento, producción y comercio de estos
mortíferos artefactos diseminados por todo el mundo. Cientos de
Organizaciones No Gubernamentales han conseguido que su trabajo
en contra de estas armas dé sus primeros frutos.
Durante dos días, los mandatarios de
casi 125 países estamparon su firma en lo que se ha venido a denominar
Tratado de Ottawa. La elección de la citada ciudad canadiense para
albergar tan importante acontecimiento no ha sido casual. El Gobierno
de Canadá ha sido el principal impulsor de este acuerdo, después
de que cientos de Organizaciones No Gubernamentales de todo el mundo
unieran esfuerzos en la Campaña Internacional para la Prohibición
de Minas (ICBL, sus siglas en ingles).
El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Anna, dijo que
este evento suponía una victoria histérica para los débiles y más
vulnerables del mundo. "Son ellos quienes sufren la plaga de
las minas antipersonales año tras año", fueron sus palabras.
También destacó que la Convención ha sido creada por una alianza
mundial de individuos, gobiernos, movimientos de base y organizaciones
mundiales de carácter humanitario.
El ejecutivo de España, tras su impresentable
papel en la anterior conferencia celebrada en Oslo, ratificó el
acuerdo abandonando, por fin, los postulados en los que se ha refugiado
EE.UU. para no firmar. En aquella ocasión, en la que se decidió
la redacción final del Tratado, la delegación española intentó en
un primer momento introducir cláusulas para retrasar la entrada
en vigor del acuerdo y para permitir el uso de las minas en casos
excepcionales. Pero las presiones ciudadanas y diplomáticas obligaron
a los representantes españoles a aceptar las tesis mayoritarias.
El primer fabricante de armas, convertido
en guardián del mundo, EE.UU., se negó a firmar el acuerdo bajo
la excusa de que las minas son necesarias para la protección de
sus soldados. A pesar de que destacados colectivos de aquel país,
como los veteranos de Vietnam, se mostraban a favor de la eliminación
total de las minas.
Pero EE.UU. no ha sido el único en quedar
fuera del acuerdo. Rusia y China, con importantes industrias militares,
tampoco han firmado, al igual que Turquía, que junto al país norteamericano
son los dos miembros de la OTAN que se han autoexcluido de los compromisos,
y Finlandia, el único ausente en Ottawa de la Unión Europea. India,
Pakistán, Israel, Siria e Irak, con conflictos bélicos en sus fronteras,
también se cuentan entre los países que se han negado a adherirse
al Tratado.
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ADIOS A
LAS MINAS (2ª parte)
Todavía queda mucho por hacer, no sólo
por estas significativas excepciones, sino porque ahora hay que
esperar a que 40 países incorporen dentro de sus legislaciones las
disposiciones que contempla el Tratado para que este alcance rango
de ley internacional. Los activistas de la campana por la eliminación
de las minas se habían dado de plazo hasta el año 2000 para convertir
sus reivindicaciones en norma internacional. Todo apunta a que en
1998 ya habrán conseguido ese propósito.
Más difícil de lograr será el cumplimiento
de otros puntos del tratado, como son la destrucción de las minas
antipersonales, en el plazo de cuatro años a partir de la entrada
en vigor del acuerdo, almacenadas por cada país y la limpieza de
los campos minados en 10 años, salvo que pueda justificarse su aplazamiento.
El principal obstáculo es económico. Desactivar una mina cuesta
entre 46.500 y 160.000 pesetas. Todavía hay 100 millones de minas
en 69 países preparadas para explotar en cuanto algo o alguien ejerza
la presión.
De hecho, tras la firma del Tratado
de Ottawa diversas empresas, entre ellas los propios fabricantes
de minas, se han lanzado a competir en el incipiente mercado de
la desactivaci6n de minas. "Estamos hablando de un mercado
de 50.000 millones de dólares - mas de 7 billones de pesetas-. Pero
es un mercado tan reciente que todavía no hay ningún país que tenga
una posici6n dominante", decía, según declaraciones recogidas
por un enviado especial de cierto periódico español, el portavoz
de la exposición montada por estas empresas en Ottawa.
La empresa Bofors Canadá, filial de
la empresa sueca Bofors que fue propiedad de Alfred Nobel, ha desarrollado
un rodillo de tres metros de largo, con unos 300 dientes de una
aleación titanio, acoplado a un vehículo de orugas. Las 50 toneladas
de peso del equipo se mueven por control remoto. La principal ventaja,
según un representante de la empresa, es que desactivar una mina
utilizando esta tecnología cuesta 450 pesetas, mientras que si se
utilizan personas puede costar 1.800.
Thomas Gebauer, director ejecutivo de
la ONG alemana Medico International declaró: "Nosotros estamos
en contra. No se puede permitir que las empresas que han desarrollado
este armamento obtengan beneficios por los dos lados: antes vendiendo
y ahora desactivando. Hay razones éticas y morales para oponerse".
Y explicaba que "las necesidades de las comunidades en terrenos
minados de Asia y Africa no se pueden solucionar con una maquinaria
pesada o tecnología cara. La desactivación tienen que realizarla
personal local capacitado para ello".
Pero no todos los miembros del movimiento
por la eliminación de las minas piensan del mismo modo. Jody Williams,
premio Nobel de la Paz por su destacado papel dentro de ICBL, exponía:
"Algunas personas están radicalmente en contra de otorgar contratos
de limpieza a fabricantes de minas. Otros señalan que si una compañía
ha renunciado a producir minas y tiene el conocimiento y la
capacidad técnica para desactivarlas, ¿por qué no va a poder hacerlo?"
La ONU creó en 1995 un fondo para la
limpieza de campos minados, que se ha financiado con aportaciones
voluntarias de algunos países. Canadá ha anunciado que destinará
100 millones de dólares a este fondo y la misma cifra ha prometido
Noruega. Con todo, Williams cree que "es mucho más interesante
que los países se comprometan a destruir sus reservas de minas que
a dotar de recursos para desactivar los campos".
El ejército de nuestro país cuenta con
850.000 minas antipersonales de diversos tipos. La destrucción de
todo ese arsenal costara unos 500 o 600 millones de pesetas. El
proceso se realizara mediante fundición de las minas en hornos especiales
de altas temperaturas. Sin embargo, no serán destruidas todas, puesto
que unas miles servirán para el entrenamiento de los soldados españoles,
utilizando así una de las cláusulas recogidas en el Tratado. Según
han anunciado fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores. Tras
modificar su postura inicial, el Gobierno de Aznar quiere estar
entre los primeros 40 países que firmen el Tratado para otorgarle
rango de normativa internacional. El camino para ello parece despejado,
más aún si se tiene en cuenta que el Parlamento se comprometió hace
tiempo a elaborar una ley en ese sentido.
Si los sectores mas concienciados se
felicitan por el éxito de la Campaña, los expertos en Relaciones
Internacionales hablan ya de un nuevo y poderoso agente mundial:
la sociedad civil. La paz es una tarea demasiado importante como
para dejarla en manos de diplomáticos y televisiones vía satélite.
Los arsenales de armas son una de las amenazas más importantes para
la convivencia y el respeto entre los pueblos. Se ha conseguido
un importante paso con el principio del fin de las minas. El adiós
definitivo a las armas está un poco mas cerca.
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SEGUIMOS
DESOBEDECIENDO
Maripi
Ante el anunciado indulto parcial del
Gobierno a los insumisos condenados bajo el código penal
civil, el movimiento antimilitarista, así como los colectivos sociales
que durante largo tiempo nos han apoyado, queremos manifestar que
nuestra postura desobediente sigue tan viva como siempre.
El pensamiento antimilitarista que mueve
la campaña de insumisión pretende conseguir, no un ejército profesional,
sino la abolición de los mismos y la superación del
modelo militar de defensa. Apostamos por una alternativa noviolenta
donde la sociedad sea la que decida de qué y cómo queremos defendernos.
Sin embargo, nos encontramos que el Gobierno toma medidas con las
que pretende hacer un lavado de imagen ante la constante presión
de amplios sectores de la sociedad contra la represión de l@s disidentes
antimilitaristas. Además queremos denunciar que la represión continúa,
puesto que se sigue castigando a los insumisos con las penas de
4 a 6 años de inhabilitación especial y se mantienen las penas de
prisión para los insumisos desertores de los cuarteles.
Los pasos del Gobierno se encaminan
hacía una militarización cada vez mayor. No hay que ver más que
una serie de datos:
El aumento del presupuesto militar del
Ministerio de Defensa para 1.998, cifrado en un 3.2% con respecto
al año anterior mientras que se recortan los recursos destinados
a los verdaderos problemas de la sociedad ( paro, precariedad en
el empleo, pobreza, deterioro del medio ambiente, política insolidaria
con los países empobrecidos, marginación, exclusión social, xenofobia,
racismo...).
La profesionalización del ejército,
con su fuerte carácter intervencionista acorde con su papel en un
nuevo orden mundial donde prima la supremacía de unos pocos países
sobre la inmensa mayoría. De ahí la plena integración de España
en la estructura militar de la OTAN a la que expresamos nuestro
más enérgico rechazo.
La campaña de militarización en los
centros escolares realizada por el Ministerio de Defensa en colaboración
con el de Educación, para captar a l@s jóvenes para el nuevo ejército
profesional e inculcarles los valores militaristas en los que se
sustenta.
El aumento de la exportación española
de armas a países poco respetuosos con los derechos humanos (véase
el caso de Turquía, por poner sólo un ejemplo), además del dinero
invertido en proyectos multimillonarios como la fabricación de las
fragatas F-100, el proyecto Eurofighter y la adquisición de
los tanques Leopard-2.
Ante todo esto seguiremos desobedeciendo:
haremos y propondremos la objeción fiscal al gasto militar, animaremos
a todos los organismos e instituciones públicas a no aplicar la
inhabilitación, extenderemos nuestro proyecto sobre Defensa Popular
Noviolenta, trabajaremos en la Educación para la Paz, seguiremos
utilizando la desobediencia civil como método de transformación
y denuncia, seguiremos realizando y promoviendo la insumisión en
los cuarteles, denunciando el sistema que permite guerras y genocidios
como el de la Ex-Yugoslavia...
En estos momentos se encuentran en la
prisión militar de Alcalá de Henares Plácido Ferrándiz, Ramiro Paz,
Elías Rozas y Miguel Ángel Burón, todos ellos insumisos en los cuarteles.
Son sólo 4 de los muchos jóvenes que han optado por desertar del
cuartel una vez incorporados a filas para denunciar directamente
al ejército como columna vertebral del militarismo. Durante el largo
tiempo que llevan en prisión se han producido diversos hechos que
quieren que se hagan públicos, como amenazas, incidentes en relación
al servicio médico, problemas con las visitas, diversas sanciones
que les ha puesto la dirección de la prisión tratándoles discriminatoriamente
con respecto a los demás presos, o la denegación de los permisos
de salida a los que tenían derecho y en los que contaban con el
visto bueno de la Junta de Régimen. Son considerados como militares,
desertores y penados y, por tanto, tienen recortados sus derechos
constitucionales: no pueden hacer declaraciones a ningún medio de
comunicación sin el permiso del Ministerio de Defensa, no pueden
recibir textos ni libros que traten de insumisión aunque sean con
depósito legal, no les han hecho llegar cientos de postales de apoyo
que se les han enviado...
Por todas estas razones expuestas es
por lo que el movimiento antimilitarista y diversos colectivos sociales
realizamos la marcha antimilitarista a la prisión militar de Alcalá
de Henares el día 10 de Mayo, con el lema SEGUIREMOS DESOBEDECIENDO.
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