Acoso contra la vigilia de Mujeres de Negro en Israel

Comencemos con un episodio. Un episodio que ha tenido lugar hoy, al principio de la tarde, en el cruce de Gan Shmuel. En una vigilia habitual, de «Mujeres de Negro», yo entre ellas, entre la 1 y las 2 de la tarde.

Tres hombres muy jóvenes desde un coche nos gritan sartas de improperios, algo a lo que estamos muy acostumbradas. Unos minutos más tarde vuelven desde la dirección opuesta, giran a la izquierda hacia el centro comercial a nuestra espalda, gritándonos de nuevo y deseándonos la muerte. Un momento después se presentan andando en el sitio en el que nos encontramos, uno con una bandera israelí, el otro filmando. El de la bandera se mete en la carretera y se pone a bailar delante de nosotras, poniendo en peligro su vida por el tráfico, saltando y brincando, ondeando su bandera y gritando «¡el pueblo de Israel vive!», a la vez que trata de aproximarse hasta nosotras. Cuando me retiro, avanza aún más, casi me toca. A nuestro alrededor los coches están parados en el semáforo. En el mejor de los casos los conductores ignoran la escena. Más frecuentemente tocan el claxon, aplauden, azuzan y gritan que nos lo merecemos, haciendo gestos obscenos. Una señora, fuera de lo normal, abre su ventana y le dice al joven «¡pero sin violencia!». Su amigo filma la escena y ambos nos gritan que somos las culpables de todos los apuñalamientos, atropellos con vehículos y asesinatos y que por qué no nos manifestamos contra ESO. Y nos desean la muerte…

Simplemente me hundo. Estoy al límite. Conmocionada.

Un hombre se acerca con una cámara, les dice que quiere también filmar. Le hacen una gran demostración y entonces él les dice que él es un periodista y que los ha filmado con la intención de mostrárselo a la policía e informar a la opinión pública de que son violentos y peligrosos. También llama a la policía. Desaparecen inmediatamente. Llega la policía y a la postre nos reprende. (¿Tienen un permiso? ¿Quién es la responsable? Si no presentan una queja ¿qué quieren? ¿Por qué son cínicas?).

Nací en 1966. Un año antes de la Guerra de los Seis Días. Crecí con la Ocupación. Hasta que terminé mi servicio militar no tenía ninguna inclinación política. El día después de licenciarme estalló la Primera Intifada. Comencé a preguntar, entender, pensar, tener opiniones y descubrí que era de izquierdas.

Un salto en el tiempo.

Durante la Operación Escudo Defensivo me uní a «Mujeres de Negro» en el cruce de Gan Shmuel. Como se mencionó anteriormente, todos los viernes entre las 13 y las 14 horas. Es un desplazamiento ya añejo pues es una vigilia que tiene más de 25 años. No somos muchas ni jóvenes. Ya he dicho mi edad, y yo soy una de los más jóvenes.

No es fácil estar allí todas las semanas Tampoco parece servir de mucho. Así parece. ¿De verdad?

A lo largo de los años he experimentado todo tipo de momentos desagradables. Me han arrojado huevos, una piedra me golpeó en la cabeza, se nos ha insultado sin parar… Esta es la rutina y lo usual; y nosotras mismas nos pertrechamos más o menos para ello. Respondemos a nuestros agresores de diversas maneras, pero al menos me digo que nuestra presencia semanal, como la tarea de Sísifo, es sobre todo por nuestro propio bien. Así no nos olvidamos de la Ocupación. Para que la palabra Ocupación no sea borrada del vocabulario del espacio público. La gente solía preguntarnos ¿Qué Ocupación? ¿1948? ¿1967?

En estos momentos la palabra ha sido borrada. Los niños crecen sin saber que hay una ocupación en curso. ¿Y cómo iban a saberlo si no se les enseña? Ocurrió cuando yo era un bebé, y como ya he dicho, ya no soy una jovencita. Y de hecho a mí tampoco me lo enseñaron…

En cada escalada, en el momento, la situación se refleja en el cruce. Los insultos se hacen más fuertes, explota la ira hacia nosotras – como si nosotras, por estar allí en la vigilia, fuéramos la causa de los ataques terroristas, de la violencia. Como si no fuéramos ciudadanas de este estado. Como si nuestros hijos no estuvieran en el mismo sistema escolar que los envía al ejército. Las personas nos desean el mal, que se haga daño a nuestras familias. ¡Entonces sabremos…! (Por desgracia, algunas de las mujeres que estaban conmigo han sufrido ataques terroristas, incluso han sido víctimas, y todavía insisten en decirlo – ¡basta!).

El episodio de hoy me ha impactado. Estaba terriblemente asustada. Tenía miedo de que llegaran a perder el control. Otro momento y me habrían tocado. Herido. Y yo no quiero esto. No para mí, no para ellos. No para quienquiera que les espere en casa, ni para quienes me esperan a mí en casa.

Me siento al borde del abismo. Estoy muy asustada, por mí misma y también por todas nosotras. ¿Cómo podría este tipo de violencia, hacia una opinión y, por supuesto, hacia las mujeres, ser aceptado con tanta simpatía? (¿Se habrían metido con nosotras de esta manera si hubiera estado un hombre con nosotros en la vigilia? Lo dudo. Después de todo, cuando llegó el periodista y se enfrentó a ellos, simplemente se esfumaron).

Aunque tengo miedo de volver, creo que debería hacerlo. Que esta voz nuestra debe estar presente. Incluso si no es popular en este momento. La gente tiene que saber que todavía sigue vigente la Ocupación. Que todavía estamos oprimiendo a casi 2 millones de personas. Y que esta opresión exige precios terribles, además de ser abiertamente inmoral.

Nos corrompe, nos hace violentos contra nuestra voluntad. Pone en peligro a nuestr@s hij@s y a tod@s nosotr@s en el plano cotidiano de la seguridad personal, así como en el sentido más profundo de qué tipo de sociedad somos. Lo que pasó hoy (y seguramente sucede cada día a las demás) ha revelado el rostro de una sociedad violenta que trata a las mujeres, las opiniones, a las minorías y las personas más débiles con una falta de respeto fundamental, con desprecio, de manera brutal, cruel y atroz.

Se me acaban las palabras.

11 de diciembre de 2015.

Traducción: M.A. para Mujeres de Negro

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